El lavado de cerebro, también conocido como reforma del pensamiento, "educación" o re-educación, es la aplicación de técnicas coercitivas o no, para cambiar las creencias, conducta, pensamiento y comportamiento de un individuo o más personas, con propósitos políticos, religiosos o cualquier otro, al grado que sugiere el término “lavado de cerebro”.
A lo largo de la historia, se ha recurrido a diversas formas de control del pensamiento de los individuos, pero han sido las sociedades totalitarias del siglo XX las que primero han aplicado conocimientos científicos para mejorar las tecnicas de lavado de cerebro, y hoy en día se aplican como método de curación en psiquiatría, apoyado frecuentemente con el uso de fármacos que inhiben las capacidades cognitivas del paciente.
Otros apoyos empleados secularmente en el lavado de cerebro son el hambre y la privación de proteínas, que producen confusión y credulidad en la capacidad de raciocinio y la privación del sueño, que causa estrés y confusión.
Supuestamente, en treinta días se consigue un lavado de cerebro y, aunque ninguna programación es irreversible, si el individuo la acepta durante un periodo de tiempo considerable, ya no hay vuelta atrás, como se ve en los adeptos de diversos credos y filosofías. Cuando no se cree realmente en el proyecto, el programa al que se somete al subconsciente es equívoco, flojo, y a veces contradictorio. Los resultados serán la imagen misma de su programación.
POR NO OFRECER RESISTENCIA A LO QUE LES MANDAN.
A lo largo de la historia, se ha recurrido a diversas formas de control del pensamiento de los individuos, pero han sido las sociedades totalitarias del siglo XX las que primero han aplicado conocimientos científicos para mejorar las tecnicas de lavado de cerebro, y hoy en día se aplican como método de curación en psiquiatría, apoyado frecuentemente con el uso de fármacos que inhiben las capacidades cognitivas del paciente.
Otros apoyos empleados secularmente en el lavado de cerebro son el hambre y la privación de proteínas, que producen confusión y credulidad en la capacidad de raciocinio y la privación del sueño, que causa estrés y confusión.
Supuestamente, en treinta días se consigue un lavado de cerebro y, aunque ninguna programación es irreversible, si el individuo la acepta durante un periodo de tiempo considerable, ya no hay vuelta atrás, como se ve en los adeptos de diversos credos y filosofías. Cuando no se cree realmente en el proyecto, el programa al que se somete al subconsciente es equívoco, flojo, y a veces contradictorio. Los resultados serán la imagen misma de su programación.
Estudios Neurológicos muestran que dos tercios de la gente, puede llegar a comportarse de modo muy cruel, en la politica, en la religión, en el aspecto social, en la burocracia cotidiana, etc. programando adecuadamente su cerebro, cuando éste se condiciona a la aparente falta de responsabilidad sobre las acciones cometidas, simplemente por acatar una AUTORIDAD.
Un CONOCIMIENTO pequeño que puede llevarse a la ACCIÓN es infinitamente más ÚTIL que un gran conocimiento VANO. . .