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Poeta, pintor, novelista y ensayista libanés nacido en Bisharri, Líbano, el 6 de enero de 1883 y fallecido el 10 de abril de 1931 en Nueva York: la causa de su muerte se determino que fue cirrosis en el hígado y tuberculosis.
El segundo de cuatro hermanos, vivió con ellos hasta los 11 años, cuando gran parte de su familia emigra a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades para trabajar y vivir. Antes de ese viaje, aprende de otras personas, entre ellas su abuelo materno, del conocimiento del arte y del saber universal, que fueron base para la literatura y la pintura. Ya con el tiempo aprendió y cultivó con devoción el inglés, lengua que haría famosas sus novelas, aunque no olvidó el árabe, que perfeccionó tras su regreso a Líbano en 1898. Durante esa estancia en su país natal, destaca por su habilidad en el dibujo y nace en él la idea de escribir un libro, “El Profeta”, que con el tiempo sería su obra cumbre.
En 1902, Gibrán regresó a Boston y sin dejar de escribir, inicia su vocación por la pintura, que le llevaría a ser famoso por doquier; y es en París donde hace exponer sus obras y gana el elogio de la crítica. Luego, en la capital francesa, saca su mejor provecho cultural. En 1912 es publicado el libro Las Alas Rotas que había comenzado en 1906. Sus primeros textos los publica en la revista libanesa "Al-Manarah", una publicación fundada por el propio Gibrán, junto a Joseph Hawaiik. Inicia también en esa época una serie de viajes por Europa que enriquecerán su bagaje cultural.
Gibrán trabaja en la confección de El Profeta, que finalmente logra publicarse en 1923, con éxito total e imágenes de su propia autoría. Antes había publicado El Loco y posteriormente El Precursor. En esa época, malos presentimientos le invaden el alma y desea retornar a su patria, pero su salud decae constantemente hasta el final de su vida.
En 1917 fija su residencia en Nueva York (ciudad en la que falleció en 1931, a los 48 años).
PENSAMIENTOS DE KHALIL GIBRAN
Mas frases sobre la Esperanza
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Bueno es dar cuando nos piden; pero mejor es dar sin que nos pidan, como buenos entendedores.
En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y toma su frescura.
Vuestros hijos no son vuestros hijos: son los hijos y las hijas de las ansias de vida que siente la misma vida.
Y en mi locura encontré la libertad y la seguridad que da el que no le entiendan a uno, pues quienes nos comprenden esclavizan algo de nosotros.
Conocí un segundo nacimiento, cuando mi alma y mi cuerpo se amaron y se casaron.
No progresas mejorando lo que ya esta hecho, sino esforzándote por lograr lo que aun queda por hacer.